Me acerqué desde lejos, sin moverme, en el instante justo que abrió su boca, pasmada quedé al ver un cardenal con su presa en el pico. Era una lagartija pequeña, de color verde tierno, inocente, sus ojos brillantes y enloquecidos miraban desesperados y angustiosos.
Me acerqué un poco, mas aunque nada podía hacer desde mi lugar. Detrás de una pared de cristal, mis binoculares me mostraban la crueldad de la vida y la puntualidad del azar.
Me acerqué un poco, mas aunque nada podía hacer desde mi lugar. Detrás de una pared de cristal, mis binoculares me mostraban la crueldad de la vida y la puntualidad del azar.