Ruidosas aves sin plumas, diurnas o nocturnas surcan el limitado cielo del aeroclub, comandadas por aurigas de alados carros voladores.
Estas personas no están nunca solas, añoran conocer a sus abuelos: el viejo Fuego, la aguda Vista y por eso sacan los pies del piso. Allí arriba lo esperan sus tíos los Vientos suaves, el tío Sol y la tía Luna y sus primas las Estrellas. Y ya en familia encendidos con el fuego del amor al vuelo y sin engaños en la vista, verán los pilotos las proporciones de este mundo irónicamente azul.
Lo cuidan desde abajo ondas de gran alcance, manos habilidosas, jardineros esmerados y también guardianes desde la aurora hasta el crepúsculo y siendo los pilotos unos niños muy mimados, son espíritus alados inspiradores de ingeniosos diseños; también entusiastas que entusiasman, ¡alegres! mas aún mientras vuelan y eso sólo es garantía para pasear por el aire, trabajar en el aire o buscar desde el aire a alguien que sufre y está perdido.
Dedicado a la Patrulla Aérea Civil de F.E.D.I.A.C.