Agua y Cristo, dadores de vida.

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sábado, 29 de septiembre de 2012

EL CAMINANTE. (ficción- 5ª premio concurso literario)


Una noche, una de esas noches difíciles, deshilachaba la oscuridad la realidad del cuarto, aprisionando y estrangulando las formas. Por suerte, los ojos se cierran a esas horas y otros ojos mas agudos ven sin decoro las quimeras de la mente. Se ríen las luces, que titilando entran entre las cortinas y jugando del otro lado de la ventana, fantasmales árboles van y vienen. Demasiado frío está el piso y saltando súbitamente entre las cobijas, se encoge la noche en el rumor pesado de la respiración profunda.
Sonó el despertador. Con la boca seca de vagar por el desierto, sintió la necesidad de beber algo tibio y aún confundido, se lanzó a la calle. Le latían las sienes, le zumbaban los oídos, era aún de noche y tenía frío.
Caminó por Bradley. Los paraísos se alineaban a su paso y miles de amargas frutitas amarillas, se esparcían en el piso cuando un escuálido gato, le maulló al descuido. Huyó de la visión como huye la noche en presencia del día. Cruzó con paso rápido Udet y Curtis y ya en la calle ondulada como un cabello, llamada Libertad, los fresnos desnudos evocaban sus sombras nocturnas. Aún le dolía la cabeza. Su paso era una carrera. Sudaba y su vista, se aclaró al ver los liquidámbares lucir escasas hojas anaranjadas y rojas. Quiso detenerse a reverenciar el roble de los pantanos de Franco y Libertad que imponente le atraía como un imán, en el otoño de su vida. Fortaleza, resistencia y salud esparcía en la vereda para todo aquél que apreciara la naturaleza. Siguió hasta llegar a la placita del final de Libertad. Dos hedonistas palos borrachos, amenizaban en diálogo sobre el amor con el aromático eucaliptus y el gomero gomoso. Era tan fuerte la plaza  como la energía psíquica del diálogo. Si acaso el amor es la fuente principal de energía….es lógico que la libertad emerja ondulante sobre la tierra. Pensó que todo ya lo había recorrido y probado y así cercado con altas rejas se dirigía por Paraísos hacia Wernicke.
Lo curioso, era la ausencia de personas a esa hora de la mañana; La inseguridad, la desidia de alguna de las calles….tal vez. Fresnos y plátanos delataban el  tiempo transcurrido, ya Ciudad Jardín no era tan joven.
Al llegar a la plaza del avión acorazada  de jacarandáes, sintió que su corazón era tan grande como el gigante árbol inmortal de la plaza. Explotaban sus latidos, cayó casi inconciente. Y ...despidiéndose de la vida volvió caminando sobre el aire y se sentó bajo el viejo  y medicinal alcanfor de la calle Peña Aeronaútica.
Se dice que allí, de noche, el bosque se llena de aromas, se precipita la luna entre sus hojas y entre las sombras de sus altas ramas cuelga una colmena y en su interior se alberga la dulzura de este caminante.

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