Agua y Cristo, dadores de vida.

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miércoles, 24 de mayo de 2017

EL LIBRO DE ARENA
Resumiendo la lectura de Jorge Luis Borges en primera persona.

Recostada en un banco frente a un río, yo misma, me senté a mi lado.
Silbaba algo que reconocí, era una melodía que escuchaba en el patio de mi casa y luego la voz de la que estaba sentada a mi lado era mi propia voz.
El primer YO estaba en Boston 1969 y el otro YO en Ginebra era casi una hija joven para mí, me emocionaba verme con un libro en las manos.
Para saber que era yo, le pregunté dónde guardaba Las Mil y Una Noches y, al acertar, supe que a los setenta años era hora de encontrarme conmigo misma.
Repasé mi vida, recordé los libros que he escrito y lo hice sin cuestionarme si fueron fracaso o éxito. Analicé mi país, Argentina, y vi que es un país provinciano con voces casi indígenas. Me pregunté si distinguí bien los personajes de los libros al leerlos y me di cuenta que no siempre es así.
Reflexioné inmediatamente que en la realidad sólo existen individuos, lo demás es abstracción.
¿Cómo anda la memoria mía? me pregunté
¿Todavía encuentro lo que busco? Respondí que sí y además estudio un idioma.
De repente la memoria sabe con estupor que: "el mal todo lo retuerce" y supe que uno es lo que es y no se traiciona a uno mismo.
Escritora soy. Nunca escribiré como Victor Hugo. Podré visitar el paraíso y traer desde allí una flor
 -¿Qué más?- nada mas que eso a mis renglones. También sé que el dinero que yo tengo se lo llevará un día el río.
Nos mentimos a nosotros mismos de la misma manera que el dinero no tiene siempre el mismo valor.
Un banco frente al río suele ser un buen lugar para uno mismo.

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MADRE TERESA DE CALCUTA

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