SONIDOS

Sobre la región costera se alzan las voces de los fuertes vientos, una colosal lluvia castiga y castiga el acantilado, es la noche,  el mar, no puede dormir y en su insomnio, se han multiplicado las voces de las ballenas francas orando con sus sonidos peculiares y metálicos al cielo oscuro y sin luna.
No sólo las ballenas oran incansablemente, los inteligentes delfines han resuelto hacer un regalo al cielo, a Dios, darle un obsequio que al abrirlo, Él lo resuelva en algo mejor.
No creamos que las ballenas y delfines cantan y danzan porque sí, con su tamaño proporcional a su oído y su voz, llevan y traen la bonanza del altísimo, son seres benefactores que su ausencia, le privaría a la salobre inmensidad de toda su belleza sonora. Son los seres acuáticos de Dios que repican el sonido eterno del universo.
Los delfines, abrazando una amplia zona circular, giran en espiral ascendente, acomodan el agitado azul nocturno y arriba, una espuma jabonosa lava las malas intensiones del tiempo.
Nereo, el viejo del mar, amigo de Dios desde tiempos remotos, deja salir a sus hijas, las nereidas, para que dancen  también junto a los delfines.
A tan bello regalo, el creador lo transforma en un eterno amanecer. ¡Gracias Señor!