En la insaciable carrera de la muerte,
escapando de la propia sombra,
quedan los pies atorados
en fina fisura repleta de vanidades.
La angustia dramatiza en las últimas horas,
y junto a su sombra, brillan el oro y las micas
son ellas: las oraciones al cielo,
los afanes de la vida.
Contemplando el centro de la sombra,
sentados sobre el gran trono,
estan atesorado los recuerdos,
lo compartido y los desprendimientos.
Próximo a la fisura que retiene los pies,
una gota de rocío descansa,
descansa en una blanquecina azucena
libre de angustias y desasociegos.
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