Agua y Cristo, dadores de vida.

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jueves, 26 de abril de 2012

SIETE OJOS

La casa de los siete ojos descollaba entre el paisaje innecesario. De un torrentoso rio que pasaba frente a ella, no se sacaba ni un cubo de agua, cientos de hormigas ataviadas con diferentes colores cargaban en sus manos algunos papeles, otras, paquetes de no se que; Los árboles eran lo único real del paisaje, sin embargo, dudosamente parecían enlazarse unos con otros por medio de cables y por la noche semejaban extrañas criaturas luminosas.
Cada ojo de la casa apreciaba de manera diferente lo que veía, a uno de ellos se le podría bautizar como el ojo de la verdad, pues acertaba la hora exacta de la salida y puesta del sol cuando levantaba su párpado. Otro de los ojos ubicado en la parte mas baja de aquel hogar, tenía una rara pechera semicircular donde ocultaba su mirada y a la vez, le proporcionaba serenidad.
Lo que el jardín de granito no perdonaba y le daba una tristeza.... era el negro balcón hexagonal, que miraba desde arriba con decisión y fuerza y aplastaba con su oscuridad todo el diseño urbano.

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MADRE TERESA DE CALCUTA

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