Velados los ojos por el llanto, caminó cabizbajo directo a la estación con una valija insignificante donde llevaba algo para el aseo, unos documentos, unas pocas fotos, un abrigo y un pijama, también había adentro una carta sin abrir y dos pares de medias, porque Guillermo traspira los pies, se diría que sus pies también lloran y cuando los pies lloran, la respuesta está en sus raíces, como son los pies, raíces, nunca he pensado en pies alados, mas bien en pies raíces. Yo tenía un vecino que se compraba el calzado con un reborde, cuanto mas ancho mejor decía que él, que volaba con sus pies y en cambio la esposa, mi vecina, señalaba eso como algo loco, arrastraba los pies al caminar y ella no llegó nunca a nada, hasta se murió joven. Por eso, como Guillermo llora hoy por los ojos y por los pies, pienso que llora a sus padres, ellos lo criaron un poco rebelde y esa rebeldía lo acusa a él de desamor y por eso, parte con su valija insignificante como él, es que su confusión ante la derrota amorosa, "la niebla se instaló en sus ojos para no verme nunca mas". El dice que perdió, yo digo que no ganó nada, mas bien se ha congelado, si a él se le nieblan los ojos, a mí se me desprenden cristales mínimos, tan mínimos como son los copos de nieve, que caen de las nubes y a mi alrededor será todo blanco, cubrirá lo que antes era todo verde incluso, dándole mas vigor y se ocultará para mi por un tiempo. Cuando los copos y sus cristales se derritan, como año tras año, volverá todo a su forma verde.
Cuando abra la carta, la que lleva en la valija, será una sorpresa, -sí- adentro he colocado el dibujo de un corazón, porque verás amigo lector, dentro de la valija, también se lleva mi amor.