Agua y Cristo, dadores de vida.

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miércoles, 1 de mayo de 2013

EL PAR NEGRO

Las cajas apiladas en perfecto orden emitían un magnetismo mágico, nada se veía desde afuera pero todos sabían lo que allí había. Eran como crisálidas esperando metamorfosearse y desde sus escondrijos meditaban hasta que  al abrirla...su dueño...como si entrara en una capilla, le confesará  sus mas pueriles complejos y sus retorcidas exigencias en cambio las criaturas, por su dueño perderán su forma y hasta su color pues no hay nadie sobre la tierra que salga de su guarida tan oscura para servir con su vida como lo hace un par de zapatos.
Luego de escudriñar las necesidades, el dueño se pone los zapatos, los pobres infelices pueden recibir los mas grandes elogios o ser guardados por inservibles de nuevo en su caja. Por suerte la elección fue rápida esta vez ya que no hay cosa mas estresante que quedar en manos de una personalidad indecisa.
Salieron el derecho y el izquierdo a buen ritmo, el derecho empezó a sentirse empujado desde adentro y aunque gritara por el tormento al que era sometido nadie oiría su voz a menos que hiciese un poco de ruido. Esa noche aguantaron todo, el baile, los pisotones, el rocío y los halagos al color que se camuflaba con las luces y las sombras. No fue sino al regresar, cuando al bajar del auto entraron en el pantanoso charco; Una crisis de histeria se apoderó del cuero y de la suela, todo hacía agua como un bote sin remos. El izquierdo le dijo al derecho: ¡Yo pertenezco al rugido de una ribera atormentada como tú gemelo mio! Una voz de león a punto de ahogarse salía de la profundidad del calzado, un aliento caliente anunciaba la pérdida de las formas. ¿Cómo recobrar la imagen pretérita, el propio yo del zapato? una apariencia distinta, unas manchas, unos olores que no le eran propios, descolocaban a los gemelos frente al espejo donde yacían ahora y sin mas luz que la de la luna que entraba por la ventana sabían el par negro que su vida fue solo "flor de un día".

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MADRE TERESA DE CALCUTA

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