Agua y Cristo, dadores de vida.

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jueves, 23 de mayo de 2013

EN EL DIVAN


El cielo de pronto abre su boca en un gran bostezo, como cansado de su interminable rutina, es un espectáculo ver cuando la bóveda azul se desencaja  en lo alto y naves diminutas y  brillantes amenazan. Parece además el cielo tragarse a la tierra, el movimiento violento la saca de su eje y al dormitarse el cielo junto a la oscura noche se aquietan las mandíbulas celestes y ahora la tierra sueña sin cielo y penetra en los misterios de la oscuridad.- ¿Me entiende Doctor lo que le cuento?- le dijo el paciente, mientras, esparcido en el diván del psiquiatra movía los pies y las manos. No podía quedarse quieto.
El Doctor, que jamás leyó en ningún libro eso de que la bóveda azul se desencaje o bostece, sospechando que este hombre tenía tal vez una intoxicación medicamentosa proveniente de algún laboratorio joven, insistió en saber que pastillas tomaba.
- Nada de eso- dijo el enfermo, no tomo nada.
Preguntó  el doctor si dormía bien o sufría de insomnio y tampoco.
Ya en los crepúsculos de la hora clínica, cuando faltaban unos minutos para concluir, el verborrágico paciente repitió las palabras con un dejo de depresión: 
-...Luces en la bóveda celeste…. misterios de la oscuridad- y,  a continuación, se apretó los ojos con los puños, se refregó los párpados y se quejó de un leve dolor en sus globos oculares. -Vea Doctor-, salgamos afuera y va a ver conmigo lo que le digo. Invitó.
El psiquiatra tomó la lapicera y el recetario y prescribió una consulta urgente con el oftalmólogo.
-Usted sufre de glaucoma-  le dijo el galeno con seguridad.

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