MERLO  -  MIRLO

Fue no mas llegar y ver las montañas, sentir que me había alejado demasiado. Un reclamo de la piedra viva es cosa de la sierra que, aunque dura, atrae al mas indiferente, borra la fealdad al empequeñecer al triste ego vanagloriado. Habla la montaña, el imponente macizo de piedra se desmorona por nimiedades, lluvia, viento... curiosamente son láminas unas sobre otras como un viejo libro repleto de recuerdos grises. El sol en su plenitud descubre fragmentos y pasajes y al caer la noche, el viento o la brisa cierra la tapa del viejo libro y ahora es un gigante velludo de rubios cabellos para coquetear con la luna y las estrellas.

La noche tiene su encanto, murmura la vertiente y el viento silba; callaron ahora todos los pájaros, los zorros en las cuevas cuidan a sus crías. Viento y brisa acordaron levantar el polvo y agitar las ramas del aguaribay mañana por la mañana cuando el sol de las nueve, guie al primer turista pretencioso de alcanzar sus cimas. ¡ Qué bello es Merlo, enclavado al pie de la ladera de los Comechingones en el valle de Concarán, San Luis! Allí el memorioso mirlo imita sonidos, su canto es un reclamo de alarma aguda.