Alternativa vegetariana

Tita y Joaquín son dos pasajeros del crucero que se escurren de tu lado como agua de pileta, son atractivos chispeantes, alegres, sonrientes pero hay algo en ellos que los hace irse, cuando uno creen que están ahí, ya se han ido.

...Parece que este matrimonio, es la primera vez que se embarcan en un crucero y traen en sus mejillas, el sol del campo donde viven, todo les causa gracia y a todo lo califican como bonito, es verdad, todo se ve apenas como bonito, porque aunque deslumbrados por el brillo y la dimensión del navío, todo queda pequeño al lado de sus intensas vidas. Resulta que no sólo cultivan  el campo y cosechan, sino que su familia es grande y los domingos se reúnen todos a comer, algunas veces para esa ocasión sacrifican un cerdo, otras unas gallinas, otras una vaca, pero eso sí, según ellos ninguno de sus animales sufre pues les proporcionan una muerte relajada, el día antes los llevan como a una especie de sala donde les suministran agua y algunos mimos y al otro día, llega el garrote y luego, el desangre a excepción de las gallinas que son agitadas desde el cogote hasta que el cuerpo es despedido y vuela glorioso sin cabeza para caer, no se donde. Todo lo hacen en familia y yo que con tanto esmero elegía el menú del camarero, presentado en hojas de diseño moderno, al  oir todo eso, he optado por el menú vegetariano.

Sin que ellos sepan, mi mejor crucero lo hice con el viaje a ese campo imaginario y vi tendidas las mesas bajo los árboles y vi la vaca y el cerdo sobre la parrilla e imaginé las ensaladas caseras y el pan con chicharrón también vi a las cuñadas y cuñados colaborando con tortas y vinos y, mientras sentados en la misma mesa Joaquín me contaba todo eso, yo me preguntaba
-¿Pero este hombre, ....que hace aquí?- Y como si hubiese escuchado mi pensamiento me dijo así
-!Qué bonito es todo esto, me gusta estar a solas con mi mujer!-.